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Literatura oscura. Una visión gótica del arte de las letras.

Literatura gótica. El lado oscuro de la literatura.

Cogemos una olla llena de niebla e introducimos castillos embrujados, criptas tenebrosas, almas condenadas y monstruos horripilantes, tormentas eléctricas y noches inacabables, y lo aliñamos con la más densa oscuridad. Si se desea, añadimos escenas sacadas de leyendas populares. Mezclamos con cuidado y ya lo tenemos: una novela digna del género gótico (su calidad dependerá de la destreza del cocinero). En los relatos góticos se advierte un erotismo misterioso y un amor por aquello decadente y ruinoso. La depresión profunda, la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados con aquello oculto y sobrenatural.
Gárgola de Notre Dame (Thomas Norsted)

El nacimiento de un nuevo género

En su primer periodo, la literatura gótica surge como respuesta a las inquietudes de las almas más disconformes con el orden regente, que buscan poder experimentar sensaciones prohibidas y huir de la rutina diaria. Pronto una parte significativa de la sociedad asimila este nuevo género y lo utiliza como válvula de escape.
La palabra gótico en sus orígenes se utilizaba para designar la barbarie germánica (vasos), aquello medieval, el desorden y el caos, generalmente con connotaciones negativas. Sin embargo, a medida que adelanta la segunda mitad del siglo XVIII, algo empieza a cambiar en la sociedad: surge el gusto por la arquitectura medieval y por las sombras.
Es en esta nueva atmósfera que aparece en Inglaterra la figura de Horace Walpole (1717-1797) y su Castillo de Otranto (1764), considerada por muchos la primera novela gótica. Más o menos no hay duda de que se trata de la primera obra con elementos claramente góticos: un castillo, una inocente princesa, monjes, sucesos sobrenaturales... El Castillo de Otranto constituyó un punto de ruptura a partir del cual muchos empezaron a experimentar y profundizar en este nuevo género. Horace Walpole, iniciador del género, empleó toda su fortuna en la construcción de un castillo gótico, dónde después vivió.

Ventana: Enzo Forciniti. Guerrero (c) Jeffrey Smith La madurez de las letras oscuras

El género gótico llega a su plena madurez en la década de 1790 en forma de grandes novelas. Estas obras colosales sirven para caracterizar perfectamente el género y su influencia se hace notar en muchos lugares del continente europeo. Es en esta época en la que destaca Ann Radcliffe (1764-1823), creadora de una de las obras más emblemáticas, Los misterios de Udolf (1794). Esta novela narra la historia de Emily, una joven que tras perder a sus padres por una repentina enfermedad se ve obligada a abandonar su Francia natal para irse a vivir con su tía, Madamme Cheron y el malvado Signor Montoni. Su nuevo hogar será el siniestro castillo de Udolf, situado en los Apeninos italianos, dónde la protagonista vivirá sucesos escabrosos.
En 1794 Matthew Gregory Lewis (1773-1818), un joven de tan sólo 19 años, escribía a su madre: "¿Qué te parece que haya escrito en sólo diez semanas una novela de entre 300 y 400 páginas? Nunca he escrito nada la mitad de bueno. Se llamará El monje, y me gusta tanto que si los editores no la compran, yo mismo la publicaré". Formada por varias historias que se van entrecruzando, la obra de Lewis tiene como eje central las hazañas malvadas del monje Ambrós, la debilidad del cual por aquello pecaminoso lo hará caer en las manos del mismo diablo. La obra no tiene sólo historias creadas por su autor, sino que también cuenta con aportaciones del folclore. La facilidad del autor para invocar escenas grotescas y macabras es bastante inaudita en toda la literatura hasta el momento.

H. P. Lovecraft conseguiría sintetizar en las primeras décadas del siglo XX la tradición que partía de aquello gótico con la ciencia-ficción contemporánea. 

La publicación de El monje, de Lewis, fue tan polémica por su contenido que llegó a ser tema de debate en el parlamento inglés.

La boda con el romanticismo 

Las clásicas novelas góticas dejan paso a un gótico influenciado por diferentes corrientes emergentes. Uno de los más influyentes será el romanticismo. En 1818 Mary WollstoneCraft Shelley (1797-1851) publica Frankenstein o El Moderno Prometeo, obra que trata sobre como un joven estudiante de medicina, Victor Frankenstein, descubre la fórmula para devolver la vida a los cuerpos muertos. A partir de restos de cadáveres consigue dar forma a una criatura con apariencia humana, de proporciones monstruosas y de expresión horrible, pero que posee su propia alma. Sin duda es una obra que contiene imágenes sobrecogedoras y angustiosas, donde se muestran la desesperación, la venganza y la perdición del alma. En sus páginas se cuestiona la figura del hombre como creador y se plantean los límites morales de la ciencia.
En 1820, aparecerá la última obra de importancia que constituirá el fin de la moda gótica: Melmoth el Vagabundo, del clérigo irlandés Charles Robert Maturin. La novela de Maturin trata sobre como su personaje, Melmoth, tras sellar un pacto con el diablo, recibirá una vida inmortal, llena de tormentos, en la cual su cuerpo vagará sin alma y sin rumbo. Su condición no cambiará hasta que encuentre alguien que quiera aceptar el trato con el diablo y heredar su maldición. Melmoth, en su agonía, visitará lugares tan siniestros como prisiones, manicomios, los tribunales de la Inquisición... Y si nos atrevemos, tendremos el gran honor de ser testigos de un viaje sin retorno hasta las mismas puertas del infierno.
La escritora norteamericana Anne Rice, las obras de la cual mezclan aquello cotidiano con historias de vampiros, ha tratado de revitalizar temáticamente el terror gótico. Por otra parte, Stephen King, uno de los escritores de terror más importantes de la actualidad, es heredero de la tradición gótica.
castillo

La escritora norteamericana Anne Rice, las obras de la cual mezclan aquello cotidiano con historias de vampiros, ha tratado de revitalizar temáticamente el terror gótico. Por otra parte, Stephen King, uno de los escritores de terror más importantes de la actualidad, es heredero de la tradición gótica.